Cada caricia fue un suspiro, cada roce un gemido contenido. Me tomé mi tiempo, sin prisa, solo sintiendo. Y justo después, entre jadeos suaves y un cuerpo relajado, quedó impregnada con el néctar de mi éxtasis.
Negra, sensual, empapada y aún caliente. La esencia de una diosa que se conoce muy bien.
¿Quieres oler cómo suena un orgasmo suave? Esta tanguita te lo susurra todo…