El conjunto que llevaba cuando mi profesor de tenis me folló

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Descripción del producto

Aquel día el sol pegaba fuerte en la pista de tenis, y cada golpe de raqueta hacía que se me acumularan gotas de sudor entre los pechos. Mis ajustados pantalones cortos blancos y mi camiseta de tirantes entallada dejaban poco a la imaginación, sobre todo cuando me agachaba para recoger las pelotas.

Hacía tiempo que me había percatado de las insistentes miradas de mi profesor, Marc. Cuarentón musculoso, manos poderosas y una forma de dirigirse a mí que rozaba la insolencia. Hoy había decidido entrar en su juego.

"No, no, tu agarre es demasiado blando", gruñó mientras se acercaba por detrás de mí.

Su pecho presionaba mi espalda, su mano callosa cubría la mía en el mango de la raqueta... y algo duro presionaba mis nalgas a través de sus pantalones cortos de gimnasia.

"Así, ¿ves?" Su voz era ronca, su aliento caliente en mi cuello.

Arqueé deliberadamente la espalda, frotando el culo contra su floreciente erección. "Oh, lo siento... sólo buscaba el equilibrio adecuado".

Un gruñido sordo. Sus dedos se apretaron contra mi cadera.

"Lo haces a propósito, zorrita".

No lo negué. Sólo una sonrisa de satisfacción cuando solté la raqueta y giré para mirarle. Su mirada se clavó en mi escote empapado de sudor.

"Puede... Pero no pareces quejarte".

Su mano me agarró bruscamente por la nuca. "¿Quieres una lección de verdad?"

No tuve tiempo de responder. Se estaba bajando los calzoncillos, dejando al descubierto su grueso y venoso pene, ya brillante de semen.

"Muéstrame cómo lo respaldas -gruñó, empujándome de rodillas sobre el césped artificial.

El calor del sol, el sabor salado de su piel bajo mi lengua, sus dedos anudados en mi pelo... Obedecí, por supuesto. Lentamente al principio, saboreando cada centímetro, luego vorazmente cuando sus palabrotas se volvieron más groseras.

"Joder, sí... Aprieta esos labios rosados".

Cuando por fin cambió mi posición para tomarme a lo perrito en el banco de entrenamiento, las ventanas del club reflejaron nuestra silueta: profesor celoso y alumna muy diligente.

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Maline

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